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lunes, 23 de mayo de 2016

Y lo mejor también

    Que el destino me tenga en Salta no deja de parecerme natural o algo que exceda esa sustancia. En tres meses logré preocuparme, ocuparme y planificar mis próximos años con una precisión que nunca había tenido. La precisión es tanta que tengo contempladas las malas decisiones, los imponderables y ponderables como parte del recorrido. Cierran los números, como los que cuento para dormir o para comer o para amar, tres sinónimos que entendí tiempo después de prescindir de dos de ellos y levantar almohadones o buscar debajo de los muebles la felicidad, esperándola nacer del azar, derramada por un acto de pereza.
    Que proeza! Poner la vida sobre la mesa, rodearla de vasos de vino medio pelo y brindar con los comensales, desearles lo mejor desde el fondo más del impulsor de sangre, que creo duerme, come y ama, porque el corazón es la unidad mínima, el automatismo revelado y furioso - revolucionario - y mientras sea tímido de su propio ego va a rastrear la dicha; como perro callejero lo que quedó de migas en la vereda y el cordón, lo suficientemente esperanzado para verla no estar y lo suficientemente idiota para que eso no importe. 
    
  Y vos, que no sabes si estoy vivo de tantas veces que me viste morir.
Te deseo - y lo mejor también - ojalá duermas, comas, ames.