Que proeza! Poner la vida sobre la mesa, rodearla de vasos de vino medio pelo y brindar con los comensales, desearles lo mejor desde el fondo más del impulsor de sangre, que creo duerme, come y ama, porque el corazón es la unidad mínima, el automatismo revelado y furioso - revolucionario - y mientras sea tímido de su propio ego va a rastrear la dicha; como perro callejero lo que quedó de migas en la vereda y el cordón, lo suficientemente esperanzado para verla no estar y lo suficientemente idiota para que eso no importe.
Y vos, que no sabes si estoy vivo de tantas veces que me viste morir.
Te deseo - y lo mejor también - ojalá duermas, comas, ames.
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